De acuerdo al pensamiento de la Iglesia, la educación católica nace con una vocación muy clara: ser colaboradores de Dios para formar al hombre como imagen de Jesucristo, el Varón Perfecto (cf. Ef. 4, 14). Para responder a esto, Arxé Instituto se dedica clara y definitivamente a la evangelización no sólo de estudiantes, sino de toda la familia.
El educador colabora con el Creador y está encargado de terminar el trabajo de Dios, que es revelarle al alumno quién es él, y quién es él para Dios. De esta forma, el educador coopera con el alumno en esta búsqueda de lo trascendente, de lo que da sentido y motivación a toda su existencia. Solamente desde este fundamento sobrenatural se puede construir una vida auténticamente humana.
La excelencia académica es indispensable para que nuestros estudiantes se abran paso a un mundo cada vez más competitivo y exigente. Para triunfar, hoy no sólo se necesitan capacidades especiales, sino también herramientas intelectuales, técnicas y morales que permitan al estudiante alcanzar sus metas y fomentar el progreso de la humanidad.
Unido a la excelencia académica, es necesario que el estudiante se entienda como parte de la creación animada por el Espíritu Santo, quien lo guía por el mundo hasta alcanzar la meta definitiva: Dios mismo. Por ello, en Arxé Instituto el desarrollo espiritual no se basa simplemente en un conocimiento superficial de Dios y de Su misterio, sino que busca llevar al estudiante al centro de este misterio. La suma de estos dos elementos educativos llevados a la perfección, constituye la meta y la fortaleza de Arxé Instituto.
Por ello, nuestro modelo educativo promueve en el estudiante y en su familia las herramientas y ambientes educativos que construirán una unión radicalmente cristiana entre ellos. El resultado de este esfuerzo es el inicio de una nueva sociedad.